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Testimonios de niñas, niños y adolescentes retornados
a Honduras durante la pandemia Covid-19.

“Mi mamá mando a traer. Ella le pago 5 mil dólares a un coyote para que me llevara hasta allá. Ya íbamos cerca del DF cuando la policía nos agarró, de seguro por andar con las mochilas echan de ver que uno es migrante. Y ahora no se, porque el coyote te da 3 intentos para llegar si nos agarran, entonces creo que aún tengo 2 más pero yo ya no quiero porque está muy difícil la onda, le tengo miedo a esa enfermedad” Relato de Cristian, joven de 17 años de Choluteca.
Martin 17 años, Choluteca, Choluteca.
“Yo tengo un sueño, que tengo la fe en Dios que un día lo voy a cumplir, que es entrar al ejercito de los Estados Unidos, por eso es que me iba y a estar con mi familia. Yo buscaba allá porque yo pensaba estar unos 5 años allá, y en ese tiempo yo hiciera mis cosas y volvería a venir a Honduras, pondría mi propio negocio, compraría mis propias tierras, a mí me gusta el trabajo de campo pero no trabajándole a otro”.
Cesar 17 años, La Libertad Comayagua.
“Desde los 12 años me quiero ir yo, tengo unos tios que me han dicho que me vaya, pero mi mama me dijo que no porque estaba muy pequeño y hasta ahorita que cumplí los 16 me dejo salir. De mi lugar todo mundo se ha ido, tengo un primo que solo tiene 17 años y ya hizo bastante dinero trabajando, dice que a no más venirse aquí se va comprar un carro. Por eso se va uno pues”.
Fabricio 16, Cedros, Francisco Morazán.
“Yo pensaba estar allá trabajando de carpintero, un tío me podía pagar hasta 200 dólares al día, entonces en 3 años me venía, porque si uno se pasa de ese tiempo uno se va acostumbrando a la vida de allá y ya no se quiere volver, y yo mi sueño es volver a San Juan con suficiente dinero para hacer una casita para mi mama, ni siquiera para mí porque todavía no pienso tener mujer”.
Cristian 15 años, San Juan, Intibucá.
“Es que en mi casa no hago nada, mi mami ahorita no tiene trabajo. Yo pensaba poder llegar porque iba con alguien que conocía como era ese camino, y mi mami no quería, pero le explique que aquí no estaba haciendo nada, y que allá si podía trabajar y ayudarle, no como para hacerse rico, pero ganar algo pues y no estar así”.
Katy, 16 años, Colonia Aldea Suyapa, Tegucigalpa.

La Fundación Alivio del Sufrimiento es una organización sin fines de lucro formada por una junta directiva, con un presidente vitalicio, vicepresidente, secretaria, tesorera, fiscal y dos vocales, todos laboran para la fundación sin remuneración alguna. La fundación nace a raíz de la iniciativa del cura párroco de origen italiano Ferdinando Castriotti, quien, siendo asignado a la Parroquia San Juan Bautista de la Ciudad de El Paraíso, al ver tanta necesidad que hay en la población, decide crear una organización sin fines de lucro. La Fundación es la casa madre de todos los proyectos, de ella depende que cada uno funcione correctamente, los fondos se obtienen de donaciones de personas de buen corazón y actividades económicas que se realizan.

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